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Construyendo una nueva cultura empresarial

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María AmeijeirasEscribe: María Ameijeiras, Presidenta de Norbrok21

Cuando mi amigo Carlos Biurrun me plantea participar en esta iniciativa, no dudé la respuesta.  Dentro de mis posibilidades estoy convencida de que quiero ayudar a tomar conciencia de la importancia de cambiar esta realidad aunque confieso que intuía que iba a ser una tarea complicada. Sobre este tema se ha escrito tanto que cuando te pones a ello parece que está casi todo dicho. Y es que, este, es un  debate que se percibe gastado para algunos, inexistente para otros o simplemente poco prioritario para una gran mayoría . Sobre la necesidad que tiene el mundo empresarial de atajar la brecha de género que hay en posiciones directivas, existen innumerables informes que defienden posturas a favor y en contra, en muchas ocasiones dependiendo del color político de quién lo emita. Se ha hecho demagogia, como pasa con aquellas posiciones que al final pueden traducirse en votos y se han defendido posturas encontradas, sobre todo,  a raíz de que ha sido planteado por la comisión europea el sistema de cuotas como posible solución. Personalmente tengo la impresión de que en ciertos círculos es un debate que no interesa demasiado, que incluso incomoda a una parte del colectivo que lo debería impulsar.  Y la realidad es que para que un cambio sea posible es necesario que los actores del mismo lo sientan como positivo, lo peor que puede pasar es que ninguneen dicho cambio o lo consideren  superado cuando  aún casi acaba de empezar.

Durante mi experiencia empresarial he aprendido mucho de las habilidades directivas masculinas, básicamente porque el 99% de los directivos con los que trato en mi día a día son hombres. Bromas aparte tengo que decir, que en estas habilidades  hay algunas que me han ayudado mucho y que las mujeres debemos interiorizar. Sin embargo existen carencias en las habilidades directivas masculinas que los hombres deben admitir y que las mujeres podemos compensar. Esto en definitiva es el concepto de diversidad. Seamos pragmáticos- característica por cierto muy femenina- no incidamos tanto en la igualdad de género como un asunto de justicia social. Esto no debe ser una guerra de sexos.  La empresa es una organización que busca obtener recursos económicos que satisfagan necesidades sociales demandadas y que además genere valor agregado para retribuir a los factores que la integran. Lo anterior,  en el circulo empresarial, es lo que en realidad interesa, qué factores son los más productivos.

Entonces ¿por qué no ponemos el foco en el siguiente concepto? : la diversidad de genero en los órganos directivos de las organizaciones las hace más competitivas.

La mayoría de las líneas de investigación abiertas sobre la relación entre los resultados empresariales y la incorporación de las mujeres a los órganos de administración establece una relación positiva entre diversidad de género y rendimiento empresarial. Existen infinidad de argumentos que amparan dicha afirmación. El plantearlo exclusivamente desde un concepto de igualdad, de justicia social, de derechos de ambos sexos provoca en muchas ocasiones rivalidad entre los mismos, prejuicios y encasillamiento de las personas que defienden estas tesis y no consigue lo que debería ser el objetivo principal que es convencer e incluir a la totalidad del genero masculino, o a las féminas masculinizadas en el mismo. Esta es la idea que debemos apoyar y compartir con pasión. Por eso siempre seré partidaria de un sistema de cuotas que incentive y no que sancione. Ahora bien los incentivos deben ser incentivos en mayúsculas, motivadores, motores y aceleradores del cambio.

Teniendo claro el objetivo, es importante analizar las causas que hacen que exista ese “techo de cristal” que no conseguimos traspasar. El sistema de cuotas es una ayuda a corto, medio plazo sin embargo hay que poner el dedo en la llaga.

El término “techo de cristal” fue acuñado por primera vez en 1986 en un informe sobre mujeres ejecutivas de “The Glass Ceiling- Special Report on the Corporate Woman”, (Hymowitz, C., &Schellhardt, T. D., 1.986).  Pero no es el único término que se ha utilizado en este contexto. Términos como “pared empresarial” (Morrison, segregación horizontal) refiriéndose a las barreras que impiden el acceso de la mujer a determinadas áreas o puestos en la empresa, entorpeciendo su desarrollo profesional o “laberinto de cristal”(Eagly y Carli, 2.007)  utilizado para escenificar que en realidad existen obstáculos diversos que surgen además simultáneamente y desde ángulos muy distintos y poniendo de manifiesto que las barreras son múltiples.

Las barrera son múltiples, ¿y las causas?  Las causas emanan de una causa troncal, la cultura masculina que invade las organizaciones empresariales. Una cultura instalada en toda la sociedad que está siendo “superada” en otros contextos  y que sin embargo se resiste en el contexto empresarial. 

Dicha cultura deriva de un modelo social androcéntrico presente durante siglos en la cultura occidental. Este modelo sitúa al hombre en el centro de la vida y se estructura en torno a un pensamiento, unos valores y unas relaciones patriarcales,  que originan, promueven, desarrollan y perpetúan la desigualdad entre mujeres y hombres. La forma de percibir la realidad es a partir de idearios e intereses masculinos. El androcentrismo considera al hombre el centro del universo y a las mujeres inferiores y subordinadas a él. Suena duro pero es la realidad.

En el ámbito de la empresa esta cultura asocia el estilo de liderazgo masculino al éxito empresarial, devaluando, a su vez, todo aquello relacionado con roles femeninos. De esta manera la tendencia tradicional ha sido a que las propias mujeres emulen este modelo empresarial para encajar en esta cultura masculina y masculinizada anulando el propio estilo femenino y obstaculizando el éxito de otras mujeres. Dicha cultura actúa en detrimento de la promoción laboral de las mujeres alimentada por ciertos prejuicios y roles de género como los siguientes:

  • Las redes o networks masculinas existentes en las organizaciones, lazos de amistad y de confianza existentes fortalecidos por comportamientos y aficiones afines fuera del entorno laboral, a través de la cuales existen círculos de comunicación informales, sobre política organizacional y de procesos de decisión, del que se excluyen a las mujeres.
  • Políticas de recursos humanos que siguen sesgadas por el género. Creencias del tipo que las mujeres no se adecuan el perfil directivo adecuado o que se dispersarán o abandonarán el trabajo por priorizar su responsabilidad familiar, que son conflictivas o que supondrán un coste en el momento de una baja maternal.
  • Falta de mentorización femenina. El mentor/a es una especie de “padrino organizacional” que ostenta una posición de prestigio o privilegio. Las mujeres directivas en España no suelen tener la ayuda de mentores porque básicamente los hombres prefieren mentorizar a hombres.
  • La identidad profesional femenina. Algo crucial, ya que la autoestima es vital para un buen líder. Esto a priori  es un concepto totalmente subjetivo, la percepción que tiene la mujer de si misma profesionalmente. Sin embargo se repite el patrón. Se ha fomentado la idea de que las capacidades y actitudes asociadas a la identidad femenina son perjudiciales para el éxito empresarial, y la mujer acaba interiorizando dicha identidad. Existe un “curriculum oculto” femenino (Bonilla y Martínez 1992) que no es otro que una serie de creencias, normas, valores sociales que, aunque no figuran entre los objetivos y fines académicos, se transmiten eficazmente aprendiéndose a través de complejos mecanismos de imitación e interiorización.
  • El papel que juega la mujer en la responsabilidad familiar y por ende la compatibilización del espacio familiar con el laboral. La asignación social de roles en este caso en concreto hace que la mujer interiorice el mismo como un deber prioritario, haciendo que en la mayoría de los casos la mujer minimice la importancia del trabajo ante la familia mientras que el patrón en el hombre nos suele mostrar que es a la inversa. Esta es una de las barreras más visibles y evidentes en la cultura empresarial.

Podría seguir enumerando barreras, unas más visible que otras,  aparecen, desaparecen, son simultaneas en la carreras profesionales femeninas conformando un verdadero laberinto de cristal. 

Analizar y evidenciar las causas nos ayudará a hacer un ejercicio
tan necesario como es el de repensar nuestros valores.
Des-aprender ciertas creencias. Modificar hábitos incoherentes que mantenemos inconscientemente. El fin es dar paso a un nuevo modelo de empresa sin injustas diferencias de oportunidades según el sexo, desterrando prejuicios, creando un nuevo paradigma en el que los roles, responsabilidades y habilidades de los hombres se complementen a los de las mujeres.

La intención de mi reflexión es transmitir que vivimos con una cultura cimentada en prejuicios y valores que debemos derribar. Con creencias repetidas infinidad  de veces en distintos ámbitos,  creencias que mimetizamos y asimilados con una naturalidad, de la que nuestra razón “civilizada”, cuando las analizamos, se llega a asustar y avergonzar.

Por tanto, el primer paso para construir un nuevo paradigma en el que la mujer llegue a estar totalmente integrada, igualada en derechos y oportunidades, empieza por examinar nuestras creencias y nuestras actitudes. Debemos modificar nuestro patrón mental. Debemos analizar nuestros hábitos ya que nosotros actuamos conforme a los hábitos que hemos aprendido según unos patrones de conducta, en este caso injustos e incoherentes además de ineficaces. Nuestra sociedad cambia a un ritmo vertiginoso  debemos de adaptar nuestras organizaciones a nuevas estructuras, a un nuevo paradigma que  haga de la empresa un entorno más sostenible y altamente competitivo.

La mujer ha estado sometida durante siglos por esta cultura. No se trata de buscar victimas y culpables. Se trata de reconocer la realidad y de trabajar por cambiarla entre todos porque a todos nos afecta. ¿Además, no estáis de acuerdo en que construyendo una nueva cultura empresarial estaremos construyendo una sociedad mejor?.

Os dejo un simpático video en el que se escenifica un experimento hecho con 5 monos para reflexionar sobre «Cómo aceptamos los paradigmas impuestos»:

http://youtu.be/aD9zY0UTT8A

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